María Soledad Pazo: “Hay muchos pasos que dar todavía para disfrutar de una igualdad de hecho y de derecho”

María Soledad Pazo, Representante Residente de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Honduras, durante su participación en el primer Encuentro de Mujeres Trans de Centroamérica sobre Seguridad y Protección «Mariposas de Colores».

En los últimos 10 años Honduras ha sido el escenario de 325 asesinatos de miembros del colectivo LGBTI, de lo cuáles un 90% han quedado impunes, o al menos así lo denunció el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos de Honduras (CONADEH) en julio de este año. Una cifra aterradora que permite hacerse una idea de la situación de violencia con la cual convive el colectivo en el país. El así llamado Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala y El Salvador) es una de las regiones más peligrosa del mundo para las personas LGBTI. Estos asesinatos son tan solo la punta del iceberg de una vulneración a los derechos humanos sistemática y cotidiana – agresiones, violaciones sexuales, detenciones ilegales y amenazas – perpetrada muchas veces incluso por la familia y los agentes de los cuerpos de seguridad del Estado.

El Alto Comisario para los Derechos Humanos (ACNUDH) cuenta con una oficina en el país desde el año 2015 para monitorizar la situación. La oficina hondureña está liderada por María Soledad Pazo, abogada argentina especializada en Derecho Internacional y concretamente en el campo de los derechos humanos. Trabaja desde hace casi 20 años para varias agencias de las Naciones Unidas en algunas de las regiones más difíciles del mundo, entre ellas, Kosovo, Afganistán e Iraq. Desde que llegó a Honduras en 2016, observa la situación del colectivo LGBTI en el país con particular atención.

— María Soledad, ¿podría contarnos en qué situación viven las personas LGBTI en Honduras?

Las violaciones que nosotros hemos documentado aquí, en Honduras, son producto de una violencia muy específica contra la comunidad LGBTI. Se trata de una discriminación muy profunda que deriva de una cultura patriarcal donde los géneros se manejan de acuerdo a estereotipos en los cuales el hombre es el dominante y la mujer la dominada. Ambos tienen ciertas tareas que tienen que ejecutar. Es una visión muy heteronormista que se ha venido alimentando también de corrientes religiosas muy fundamentalistas y eso ha contribuido a que la cultura de la tolerancia y de la inclusión sufra retrocesos.

— ¿Cómo se ve la situación actual de las personas LGBTI en Honduras desde el Alto Comisionado?

Nosotros seguimos muy de cerca el tema de la violencia en general pero también de la violencia en comunidades marginalizadas y vulnerables como es el caso del colectivo LGBTI. La violencia no es solamente el único problema que hay, sino también la discriminación en cuanto al acceso a derechos y el reconocimiento de la identidad sexual. Hay muchos pasos por dar todavía en ese sentido, para lograr una igualdad de hecho y de derecho y, por supuesto, las alianzas son sumamente importantes cuando se trata de empujar y presionar a los gobiernos para que cumplan y garanticen que dentro de la sociedad todos tengamos un lugar donde seamos incluidos, seamos respetados y no seamos discriminados.

— ¿Cuáles son las disposiciones legales a nivel internacional para garantizar los derechos humanos de personas LGBTI?

Hay que recordar que la no discriminación es un principio de los derechos humanos reconocido en la Declaración Universal y en todas las convenciones. Todas las convenciones que protegen derechos tienen una cláusula de no discriminación. Entonces, la no discriminación es un principio que afecta todos los derechos. Si bien no está, en estas convenciones, explícitamente reconocida la identidad de género y la orientación sexual, es indisputable y no se puede cuestionar el tema de la discriminación por orientación sexual y por identidad de género. Estas razones de discriminación son ilegales cómo lo es discriminar por razones de raza, por razones de propiedad, por razones de nacimiento o por razones de género y de sexo. Si bien no está escrito explícitamente, está reconocido por vía jurisprudencial qué la identidad de género y la orientación sexual son razones absolutamente ilegales para discriminar a cualquier ser humano.

— Sin embargo, las violaciones de los derechos humanos de las personas LGBTI siguen estando poco visibilizadas y no se priorizan en las políticas y en las acciones de muchos gobiernos. Muchos de los crímenes cometidos contra personas LGBTI también quedan impunes.

Claro. Hay tantos desafíos de derechos humanos en general que a veces el campo LGBTI se deja de lado. Yo creo que es importante no olvidar que incluso en la Agenda 2030, el eslogan es no dejar a nadie atrás. Creo que es importante apoyar estos colectivos para que su voz no quede atrás ni quede ignorada y es importante apuntalarlo en la lucha por los derechos.

¿Cuál es el papel de la comunidad internacional en eso y como puede apoyar la lucha a los derechos humanos del colectivo LGBTI?

Yo creo que algo muy importante y que llama la atención de la comunidad internacional es realmente poner el foco sobre los casos. Hablo de la tarea de documentación, de monitorización y de informe público. Creo que tiene una voz muy potente. Es importante organizar a las comunidades para que documenten la discriminación que sufren. Es importante también empoderar a las comunidades para que ellas mismas puedan alcanzar soluciones. En ese sentido, es fundamental, creo, no solamente pensar en la comunidad internacional como la que va a solucionar el tema, sino involucrar a las comunidades en el diseño de las soluciones y los remedios para afrontar las discriminaciones. El tema no es solamente que haya una ley, porque lo que la ley diga no va a cambiar de por sí la realidad totalmente. Acá hay que cambiar sociedades. Entonces, no son situaciones que se cambian de un día para otro, sino que se trata de un trabajo que se va logrando poco a poco. Y por eso, es importante involucrar a la gente desde los niveles más elementales, integrar todas estas perspectivas de género en la educación, establecer alianzas, visibilizar y empoderar las comunidades para documentar e interactuar con nosotros y con otras organizaciones internacionales de derechos humanos para alcanzar la tolerancia, la aceptación y la inclusión de todos y todas.