Claudia Gallego en Guatapé, Colombia.
El pasado año de 2018 fui una de las 24 afortunadas beneficiarias de las becas formativas Berta Cáceres del programa Jóvenes Cooperantes Extremeñ@s. Este programa propuesto desde el Instituto de la Juventud de Extremadura junto a la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional (AEXCID), apuesta por formar a jóvenes que ven en la cooperación un futuro profesional. A continuación, voy a contar un poquito de la gran experiencia que pude vivir.
El camino de la cooperación apareció en mi vida de forma inesperada. Terminando la universidad, y cada vez más metida en el activismo feminista, asistí a unas jornadas de Cooperación Internacional al Desarrollo motivada por comprender un poco mejor el mundo en el que vivimos. Empecé a formarme con pequeños cursos hasta el momento de comenzar la maestría y olvidar el tema por completo. Sin embargo, la Cooperación Internacional no tardó en aparecer en mi vida de nuevo: meses después recibí una llamada del programa Jóvenes Cooperantes y en menos de una semana estaba haciendo entrevistas y cogiendo un bus de camino a mi tierra natal, Extremadura, en donde empezaría a trabajar en esto de la Cooperación Internacional con la organización Fundación Triángulo.
Esta ONG ha liderado numerosos proyectos en la región de Extremadura, en otras regiones de España y también en otros países con los que mantiene redes de Cooperación Internacional, por la lucha y defensa de los Derechos Humanos de personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales; es por eso que supe que encajaría estupendamente en su proceso y que aportaría grandes claves para mi crecimiento profesional y personal.
A partir de ahí todo fueron nuevas experiencias. Comencé a formarme en Marco Lógico, en el marco legal de los Derechos Humanos de las personas LGBTI, en los principios de la Cooperación Internacional, los Planes Generales de la AEXCID… y por supuesto, puesta al día en el tema sobre el que desarrollaríamos nuestro trabajo en los próximos 8 meses: los grupos antiderechos y su discurso contra las personas LGBTI.
Resulta que el autobús tránsfobo de Hazte Oír que había estado recorriendo España durante varios meses en 2017 no era un hecho aislado ni una idea de unos cuantxs locxs. Al contrario, se trataría de una estrategia de difusión de grupos antiderechos o grupos fundamentalistas, organizados internacionalmente para luchar contra la garantía de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, la garantía de los Derechos Humanos de las personas LGBTI, y en contra de las políticas de género.
Como ya he dicho, estos grupos antiderechos están organizados internacionalmente mediante potentes y adineradas redes, transversalizando partidos políticos, grupos católicos, iglesias evangelistas, etc. Por ello, nos lanzamos a seguir su paso por dos países latinoamericanos: Perú y Colombia.
En el Perú, un país precioso con ecosistemas muy variados, una fuerte cultura ancestral y una exquisita gastronomía; aterrizamos en la nublada ciudad de Lima. Allí nos dio la bienvenida Promsex, una organización no gubernamental feminista que trabaja por la promoción y defensa de los derechos sexuales y reproductivos.
Como parte del equipo de Promsex, he podido estudiar cómo estos grupos antiderechos basan su discurso en la oposición a políticas educativas que buscan sensibilizar a la ciudadanía para evitar la discriminación por orientación sexual e identidad de género, así como la búsqueda de la igualdad de género y contra el ejercicio estructural de violencia hacia la mujer. También hemos conocido de primera mano cómo se articulan y la fuerza que tienen en el país, llegando a judicializar el Currículo de Educación Escolar 2016 e incidiendo sobre este para evitar la incorporación del enfoque diferencial y de género.
Dos meses después, aterricé en el caribe colombiano: la ciudad de Barranquilla me acogió con su caluroso clima, su música y bailes latinos, su diversidad étnica y racial y, por supuesto, con una presencia constante de lo que significa su famoso carnaval que se celebra durante el mes de febrero, considerado uno de los mejores del mundo. Desde Barranquilla trabaja Caribe Afirmativo, una corporación cada vez más grande que apuesta por el reconocimiento de los derechos y el acceso a la justicia de las personas LGBTI en el contexto de postconflicto colombiano, tras el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y el grupo terroristas las Farc-EP.
Los grupos antiderechos en el país, han incidido precisamente en el que era el primer acuerdo de paz que consideraba a la orientación sexual, la identidad de género y la expresión de género como causas por las que ser objeto de violencia. De esta forma, desde nuestro trabajo hemos estudiado como su discurso y trayectoria han ido orientados a deslegitimar el Acuerdo de Paz y conseguir hacer desaparecer del mismo al movimiento LGBTI y el reconocimiento de esta violencia focalizada.
De vuelta a casa, me llevo tantas cosas… que no se por dónde empezar a explicarme.
Me llevo momentos únicos de lucha: desde gritar que “America Latina va a ser toda feminista” y que “queremos que el aborto no sea un privilegio de clase” el 8 de agosto frente a la embajada de Argentina en Lima hasta oír las experiencias de violencia que las personas LGBTI migrantes venezolanas enfrentan día a día en la región del Caribe, o escuchar atentamente las imaginativas estrategias para vivir el amor libre en un país donde tu vida está en peligro por ello, aprender de líderes y lideresas indígenas y cómo educar a la comunidad frente al colonialismo heteropatriarcal imperante.
Me llevo lo fácil y lo difícil de ser una persona migrante por elección: absorber culturas diferentes a la tuya, ver hermosos paisajes que parecen de revista, bailar champeta, salsa y ballenato hasta acabar agotada; echar de menos a tu familia y amigxs; reaprender de nuevo la historia, conociendo aquello que no te enseñan en la escuela.
Curarse del racismo, de la xenofobia, de la homofobia, de la transfobia, del machismo, del paternalismo occidental y del eurocentrismo, que tan fácilmente reproducimos y tan difícil se nos hace deconstruir. Y sintiendo una enorme gratitud por haber podido vivir todas estas experiencias que, sin duda, debo a partes iguales a aquellxs que he encontrado en el camino y a lxs que me han querido y apoyado desde la distancia.
Así ha empezado mi camino hacia la Cooperación, convencida de aportar un granito de arena más a esta montaña que es el trabajo por la garantía de los Derechos Humanos en todo el mundo.