Mounir Baatour, presidente de Shams por la Despenalización de la Homosexualidad en Túnez
Mounir Baatour es abogado y presidente de ‘Shams. Por la Despenalización de la Homosexualidad en Túnez’, la primera asociación reconocida y legalizada que combate la homofobia en este país del Magreb (fue inscrita en 2015, un año después de la aprobación de la Constitución del 2014, la más avanzada del mundo árabe). Nos recibe en su despacho de abogados, situado en un barrio a las afueras de la capital tunecina y adornado con multitud de galardones y reconocimientos recibidos por su labor como activista. Baatour habla de la situación LGBTI en su país, enumera los diferentes problemas y denuncia una de las prácticas más aberrantes llevadas a cabo por las autoridades tunecinas: los test anales como prueba irrefutable de que un hombre ha mantenido relaciones sexuales con otro y de que merece por ello ir a la cárcel.
— ¿Cómo definiría la situación actual de la comunidad LGBTI en Túnez?
— Para la mayoría de la gente, la situación es catastrófica.
— ¿A cuántas personas han detenido en este último año?
— Todavía no tenemos estadística del 2018, pero podemos decir que en 2017 fueron más de 70. Actualmente, en la cárcel donde más gente hay encerrada son unas 60.
— La homosexualidad en Túnez se pena con hasta tres años de prisión por el artículo 230 del Código Penal. Cuéntanos algo de este texto.
— Fíjate, ese artículo es de 1913, de la colonización francesa. Tiene más de 100 años de vigencia. El problema es que de ese artículo derivan los test anales, una tortura en la que un médico te introduce los dedos en el ano para comprobar si has mantenido relaciones sexuales. Es un tipo de tortura, así lo entendemos las organizaciones y también las personas que lo han sufrido.
— Hay activistas que cuando se refieren a los test anales, hablan de tortura y también de violación…
— Claro, porque lo es. Ambas cosas.
— Túnez está siendo tierra de grandes cambios sociales desde la revolución del 2011. ¿Son las leyes concernientes a la homosexualidad la excepción a esta evolución?
— El problema es que no hay voluntad política para cambiar esta ley. La mayoría de los partidos políticos dicen que no es tiempo de hablar de este artículo. Después de la revolución hubo progresos en la libertad de expresión, se permitió la libertad de asociación… Pero lo cierto es que de los 217 parlamentarios, menos de cinco se han manifestado a favor de derogar este artículo.
— Y más allá de los políticos, ¿qué dice la sociedad civil? ¿Cuál es su percepción de esta persecución?
— Creo que, además de esta ley, hay un gran machismo en la sociedad. Eso es un problema. Mucha gente no respeta estas opciones y las mira como si fuera cosa de Sodoma y Gomora…
— ¿Qué hace Shams para combatir la homofobia?
Tenemos una línea de teléfono dedicada a la comunidad LGBTI para que se pongan en contacto con nosotros todas las personas que sufren persecución. También hemos lanzado el primer número de nuestra revista y, por problemas de financiación, no hemos podido crear un observatorio o llevar a cabo otros proyectos. Necesitamos financiación, es el único factor donde encontramos algunos problemas. También hemos creado la radio, la primera del mundo árabe, para difundir un mensaje de tolerancia y respeto.
— Creo que es lo que más ha sonado a nivel internacional…
Sí… Pero está orientada a toda la sociedad. Queremos mostrar la normalidad a todo el mundo, a las familias tunecinas, a la sociedad en general. Llevamos a gente para que hable de homofobia, de la violencia que sufren las personas homosexuales en Túnez.
—¿Habéis tenido problemas?
— Sí, en los inicios sobre todo, que recibimos amenazas de muerte y algunas cartas diciendo que iban a prender fuego a nuestro cuartel general, a nuestro estudio. Recibimos casi 5.000 amenazas.
— No surtieron efecto…
— ¡Por supuesto que no! Tenemos que seguir con esta lucha, no vale rendirse aunque tengamos miedo. No hay otra opción.
— ¿Cómo ve el futuro? ¿Se imagina su país sin artículo 230 CP en un futuro?
— Bueno… No lo sé. Ojalá, para eso trabajamos, pero creo que todavía queda mucho camino por recorrer. Mucho…